Hay una persona dentro del entramado sanitario que una descubre durante el embarazo que destaca y que será esencial en el parto: la matrona o comadrona. Es verdad que la ves en las revisiones periódicas, de vez en cuando, pero parece que sea una figura secundaria tras el ginecólogo... y en la época del embarazo te das cuenta de que no. Todo lo contrario: es una figura esencial. Y yo quiero a mi matrona. No sé qué habría hecho sin ella.
La verdad es que yo nunca había visitado a ninguna y durante el embarazo mi ginecólogo alternaba las visitas con la matrona. Ella me ayudaba con cuestiones más prácticas y las visitas con ella me ayudaron mucho a preparar el parto. Además, me daba consejos de alimentación, de cuidado de mi espalda y de mi piel para evitar las estrías. ¡Ah! Además, fue quien me guió en las clases de preparto y me dio algunos trucos para sobrellevar el dolor de las primeras contracciones.
Más adelante, apareció otra matrona muy importante en mi vida: la que me acompañó durante el propio parto y los días que permanecí en el hospital, ayudándome con la lactancia, con mis cuidados y los del bebé. La verdad es que nunca le estaré lo suficientemente agradecida por toda la ayuda que me prestó.
Pues bien, el otro día gracias a Para el Bebé descubrí que había un día para celebrar que tenemos unas profesionales que nos acompañan en estos momentos tan importantes en la vida de toda mujer embarazada. Y buscando un poco más de información para contaros, leí que en otros sistemas sanitarios como el holandés o el inglés, el ginecólogo no aparece nunca en la vida de la embarazada (excepto si hay algún problema), pues es la matrona la que realiza todo el seguimiento.
Ya sólo me queda recomendaros el artículo de Para el Bebé y decir: ¡Gracias matronas del mundo por prestarnos tanta ayuda y amor!
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