Qué historia más bonita nos cuenta hoy Mila, una de mis blogueras favoritas que nos cuenta su experiencia con su primer bebé: un parto por cesárea. Una historia intensa, dura pero con un final dulce y precioso. ¡Gracias Mila!

He llegado a oír que un parto por cesárea no es un parto. Seguramente quienes han llegado a decir eso no tienen ni idea de lo que es experimentar una cesárea. Aquí os cuento mi historia.

Mi primer embarazo nos pilló por sorpresa. No es que no lo buscásemos, solo que no esperaba quedarme embarazada el primer mes que nos pusimos a ello.

Desde el primer momento que supe que estaba embarazada ya tenía mil y un nombres posibles en mi cabeza. Y cuando vi la primera ecografía algo en mi interior me dijo que iba a ser niña, y no me equivoqué. La ilusión crecía en mi tan rápido como crecía en mi interior mi pequeña.

Cada mes era una nueva experiencia. Un nuevo descubrimiento. Una sensación inexplicable. Una montaña rusa de emociones. La cosa más bonita que se puede sentir en la vida.

La primera vez que noté una patadita estaba de cuatro meses. Recuerdo que fue la noche de Reyes, fue el mejor regalo de Navidad que podía tener.

Unas semanas más tarde noté un movimiento constante, rítmico. Me llevó unos minutos darme cuenta de que lo que estaba notando era que mi bebé tenía hipo. Más adelante, empecé a notar cuando se giraba o cuando se estiraba. Y en la recta final, cuando apenas podía moverse porque no cabía, podía ver sus pies marcados a través de la piel de mi barriga.

Y eran todos esos pequeños detalles los que hacían del embarazo una experiencia maravillosa. Pero yo tenía un gran temor, un miedo que crecía aún más cada día, tenía auténtico pánico al día del parto.

Fui a clases de preparación al parto. Hasta me compré una pelota de embaraza y hacía ejercicios a diario. Pero eso dio igual. Nada me preparó para mi primer parto. No tenía ni idea del dolor, la desesperación y lo larga que se me haría la espera para ver nacer a mi hija.

Era la 1 de la madrugada cuando empecé a sentir unas contracciones más fuertes de las que había notado hasta el momento. Estaba de 39 semanas y sabía que podía ocurrir en cualquier momento. Una hora más tarde llegamos a la puerta del hospital y cuando me tumbé y empezó la comadrona con el tacto, salió toda el agua. Me dijo que la bolsa ya venía rota. Ves tu a saber desde hacía cuanto.

Enseguida me pusieron los monitores. 4 horas más tarde aún no había dilatado. Nada. Y me pusieron oxitocina.

Ya había pasado otras 5 horas y seguía sin dilatar lo suficiente. Mi pequeña se resistía a salir. Afortunadamente mi pareja estaba a mi lado y me daba ánimos. Pero mi desesperación crecía por momentos.

Ya eran las 12 del mediodía. Llevaba con contracciones de parto casi 12 horas. Estaba agotada. Por fin me dijeron que ya venía.

Tras varios empujones vi a las comadronas preocuparse. Y me dijeron que iban a llamar a mi doctora.

¿Qué pasa? El bebé es muy grande y la pelvis muy estrecha. No cabe.

Sabía que la niña llevaba más de doce horas con la bolsa rota y al parecer estaba empezando a sufrir. Fue uno de los momentos más duros que he vivido.

En cuanto entró la ginecóloga por la puerta me prepararon para ir al quirófano. A la bebé había que sacarla ya.

Uno de los efectos cuando empieza a entrar en tu cuerpo la anestesia es que empiezas a temblar. Nadie me avisó de eso. Al parecer es algo normal. Pero allí estaba yo, tumbada, con los brazos enchufados a goteros y recibiendo altas dosis de anestesia. Y tiritando, como si estuviese pasando muchísimo frío.

El hospital era moderno en cuanto a mentalidad se refiere. Y mi doctora aún más. Así que mi pareja entró conmigo al quirófano.

Allí estaba él, diciendo que no me preocupase. Siempre a mi lado. Menos mal que la anestesia no llegaba hasta mis dedos (o quizás sí) pero yo podía notar la calidez de su mano agarrando la mía. Eso me tranquilizó, y mientras le miraba notaba como "movían" algo dentro de mí. Y en ese instante sacaron al bebé. Con la cabeza un pelín ahuevada en ese momento, pero... ¡era preciosa!

Pusieron a mi pequeña encima de mí enseguida, prácticamente debajo de mi cuello. Su cara rozaba la mía. La ilusión de ese momento no se puede describir. Hoy hace 4 años de ese día y sigo emocionándome cada vez que lo recuerdo.

Nadie te prepara para tu primer parto. Pero no te preocupes. Lo vas a hacer bien. Y quien diga que un parto por cesárea no es parto es que no lo ha vivido.

El dolor que puedas sentir en ese momento o en los días posteriores mientras te recuperas, lo olvidarás. El cuerpo y la mente son sabios y solo recordarás lo más bonito, la ilusión. La prueba de ello es que justo un año y medio después del nacimiento de mi niña volvía a estar embarazada de nuevo, pero eso ya es otra historia...

Gracias Mila por una historia tan intensa, tan bonita y tan llena de verdad. Ha sido un placer leerte y compartirte. Si queréis saber más de ella podéis seguirla la pista en Mamá de Nuevo. Bebés y Recién nacidos

¡Ah! No olvides que tú también puedes enviarnos tu historia escribiéndonos a tubebebox@tubebebox.com

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