Hay momentos en los que la maternidad es dura, complicada e incluso a ratos te gustaría escaparte a un paraíso tropical lejos de los pañales, los llantos y las noches a medias. Si alguna vez has sentido eso… ¡Es normal, no te preocupes! Pero por suerte estos momentos son cortitos y una vez uno de tus retoños te sonríe el mundo vuelve a ser maravilloso y la maternidad una de las aventuras más preciosas que te han podido suceder.

De hecho ahora que mi Niño Maravilloso es un poco más mayor y puedo interaccionar más con él he descubierto algo fantástico: la de cosas que puedo aprender de él y la de cosas que ya he aprendido compartiendo su día a día y sus aventuras; ¡me doy cuenta de la de cosas que he aprendido siendo mamá!

Puedo decir que de él he aprendido a ver el mundo sin filtros, tal y como es, a emocionarme con cada pequeña cosa, a comportarme con mayor naturalidad, a que puedo querer hasta el límite y cada día más, que ya no me asusta casi nada pero que me da miedo casi todo lo que le pueda pasar a él, he aprendido a jugar, a tirarme por el suelo. Y sobre todo he comprendido el verdadero significado de “DIVERTIRME”. ¡Gracias bebé por enseñarme tanto!

Y justo el otro día leía uno de mis nuevos blogs de cabecera, Azulmostaza, ya con esta reflexión en la cabeza, y me encantó ver que Angie comparte ese sentimiento de ser una madre que ha aprendido muchas cosas siendo mamá.

¡Disfrútalo!

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