Tengo muchas amigas que se han quedado embarazadas últimamente y yo sigo sin aclararme. Ya os conté mi dilema respecto a darle un hermanito o hermanita a Niño Maravilloso: tengo ganas, pero no me animo. Por el momento, creo que por mucho que me tiente la idea, ya tengo suficiente trabajo con mi reciente maternidad profesional (sí, ¡ya están a la venta las cajitas de Tubebebox)!).

Aún así, me gusta ir preparándome para el momento y leer artículos y posts sobre el tema de los celos entre hermanos. Muchas madres me han comentado que la primera preocupación que se te viene a la cabeza cuando te quedas en estado por segunda vez es cómo acogerá la idea el hermano mayor, cómo llevará los celos, si sufrirá mucho, si cambiará su carácter… Teniendo en cuenta cómo mimo a Niño Maravilloso y el carácter que tiene el renacuajo, ya sé que está será también una preocupación para mí.

El post de Entremadres es la reflexión de una mamá, Laura, que está a punto de dar a luz a su segunda hija (la primera tiene cuatro años). Por el momento, la pequeña se muestra muy contenta y con ganas de ver a su hermanita, pero Laura sospecha que todo puede cambiar en el momento que comprenda qué significa tener a un bebé en casa. ¡Todo el tiempo y atención que va a robarle de sus papás! Es importante evitar en la medida de lo posible los celos entre hermanos, aunque a veces parezca imposible.

Laura utiliza una comparación para explicarlo que me ha sorprendido mucho, porque nunca me lo había planteado: ¿te imaginas que tu pareja llega un día  a casa con una amante, y no sólo no puedes enfadarte sino que tienes que aprender a compartir y convivir con ella? Es fuerte, ¿verdad? Pues algo así deben de sentir los enanos, tras haberse sentido el único centro de nuestro mundo, cuando se dan cuenta de que no son los únicos que pueden ocupar su lugar. La bloguera da algunos consejos (que a su vez ella ha recibido) para afrontar el momento de la forma menos traumática posible.

A pesar de todo, y aunque los celos sean inevitables, pienso que todos hemos pasado por ello y luego nos alegramos de tener hermanos o hermanas. De hecho, no conozco a nadie que sea hijo único y  no reconozca que le hubiera gustado tener un hermano… Supongo que se trata de una de esas ‘fases’ que hay que superar para crecer, ¡y es que nuestros pequeños son todos unos luchadores, mucho más fuertes de lo que parecen!

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