Hoy os voy a hacer una de esas confesiones que tanto me gustan, y es que desde que nació Niño Maravilloso descubrí que esto de ser madre es fantástico. Sin duda, tener un hijo se convierte en ¡la mejor etapa de tu vida!, o al menos, de la mía.
Por supuesto que tienes muchas de noches en blanco, que a veces hay muchas frustraciones y todo es un proceso de aprendizaje arduo y complicado. Vamos que es verdad que no es especialmente fácil pero una sonrisa de tu pequeño y tu mundo se ilumina.
¿Y por qué te explico esto a ti que aún estás embarazada y que te quedan unos días para que te llegue esa experiencia? Pues porque estando embarazada de Niña Preciosa me percaté de algo: la de gente que me recordaba que con el nacimiento de la pequeña llegaría una especie de fin del mundo convertido en una bebé llorona, que me demandaría atención todo el tiempo y que por tanto se había acabado la buena vida. Y bueno, resultó que mi NP es tan buena que nada de eso sucedió, pero repaso en mi memoria los momentos vividos con NM, que fue un bebé más demandante de atención, y recuerdo cada minuto intensamente y con mucho cariño y sobre todo como algo muy divertido. Además, sin querer sonar muy cursi, los malos momentos se borran en cuanto el bebé te sonríe o dice “mamá”
Por eso cuando leí el post de Una madre molona que hoy os recomiendo pensé en todas las bondades que tiene la maternidad, en lo que mola convertirse en madre y cómo en muchas ocasiones la sociedad (véase la vecina de abajo, la señora que te cruzas en la frutería y a veces hasta tu madre) te recuerda que se acabó la buena vida cuando en realidad está a punto de empezar la mejor etapa de tu vida.
Así que amiga embarazada: disfruta de las semanas antes de tener a tu bebé en los brazos y empieza a pensar en lo fantástico que va a ser tenerlo en brazos, incluso en las noches de llanto.